Al igual que el resto de los agaves, A. angustifolia posee como característica biológica un ciclo de vida largo, pues en general tarda alrededor de 6 a 8 años para que se produzcan frutos con semilla, aunque no siempre los forma. Además se trata de una planta que presenta un solo evento reproductivo sexual, al término del cual, la planta muere. Por otro lado, tiene un porcentaje incierto de fertilidad, así como una tasa germinativa y de supervivencia baja, debido a que en la mayoría de los casos las semillas caen en un medio adverso y están sujetas a ser consumidas por herbívoros. En respuesta a ello y como una adaptación al medio, los agaves han desarrollado de manera alternativa la reproducción asexual mediante rizomas, bulbilos y bulbillos ( Sánchez-Teyer et al., 2009; Cervantes-Mendívil et al., 2007). Morfológicamente A. angustifolia consiste de rosetas cespitosas ampliamente abiertas de 1.0 a 1.5 m de alto por 1.5 a 2.0 m de diámetro, con tallos desde 20 a 60 cm de largo (Figura 1). Sus hojas maduras tienen formas que varían de lineales a lanceoladas de 60 a 120 por 3.5 a 10 cm, son ascendentes a horizontales, de color verde claro a verde grisáceo. Además son planas o cóncavas hacia el ápice, convexas hacia la base, estrechas, angostándose hacia la base y terminando en una espina apical de 1.5 a 3.5 cm de longitud. Ésta es cónica, de color marrón oscuro o gris y su forma puede ser plana o acanalada hacia arriba. El margen es de recto a ondulado, color marrón rojizo a oscuro, con bases estrechas y puntas curvas, algunas veces es cartilaginoso y posee dientes de 2 a 5 mm de longitud (Gentry, 1982; Núñez-Noriega, 2003; VázquezGarcía et al., 2007).